Entré en la casa… Por Mª Dolores Rodríguez

Entré en la casa. Nadie había ido desde aquella fatídica noche. La luz irradiaba el salón donde solías sentarte a leer acompañada, como siempre decías, del aroma de tus flores.

En aquel momento recordé  que nadie se había ocupado de ellas. Pero , tras observarlas,  me percaté de que parecían recién cortadas. Ninguna se había secado  y el aroma que impregnaba  la sala esperaba a que  volvieras de nuevo.

Las junté todas y formé un gran ramo. Las coloqué en un jarrón encima de tu tumba. Tiempo después  seguían allí, igual de frescas, como si el tiempo no hubiera pasado por ellas. Continuaban  regalándote  su aroma, mientras tú les susurrabas  tus lecturas.