El sentido de la vida de las tortugas… Por Josefa González

Después de la última conversación sabía que no volvería a verle. Mientras esperaba el autobús en la estación volvió a preguntarle su opinión al respecto. Deseaba encontrar algún matiz diferente que le hiciera ver una luz y cambiar su decisión, pero se aferró a la misma idea, no modificó ni una sola de sus palabras. Se sentía un poco incómoda allí, quería irse ya. Por fin llegó el autobús, le besó, se subió a él. Desde la ventanilla se dijeron adiós con la mano. Él ajeno a todo seguía mirándola desde el andén y justo en ese momento sonaba una canción en la radio “Al partir, un beso y una flor…”. Sí, le amaba, no lo iba a negar, pero él opinaba que la vida del ser humano no tenía más sentido que la de una tortuga y ella quería que su vida tuviera otro sentido.