Siempre tuve éxito regalando flores. Vi esa sonrisa profunda, sincera, desde el alma, esa sonrisa que agradece el acierto mil kilómetros más allá de una colonia, un pañuelo o incluso una joya. Distinguí luz en la mirada, alegría, satisfacción. A la vez, lo efímero de una flor da pie al inevitable olvido. Hoy pienso, con mi libro en la mano, que haré feliz a mucha gente que podrá mantener vivos esos recuerdos; el noviazgo, la boda, el nacimiento de un niño, cumpleaños y tantos otros momentos, …un día de campo, una flor cultivada, una flor recibida por amor, cualquier día, sin motivo aparente… Ya no se perderán esos recuerdos, ese cariño no se desperdiciará jamás, y eso también me hace feliz a mí, después de tanto esfuerzo para que “Las flores de tu vida” existiera. Aunque tan solo una persona conservara los momentos más preciados de su vida en mi libro, ya habría merecido la pena.