LA ENTREVISTA. HISTORIAS AZULES (ED. ALFAR, 2013)

 LA ENTREVISTA

                 Radio Libertades es un medio de comunicación pequeño, con modestos recursos y sin grandes pretensiones mediáticas, aunque contar la verdad teniendo la libertad por bandera no deja de ser un objetivo ambicioso. Por su independencia, con duros esfuerzos y muchos problemas había sobrevivido tanto a las dictaduras como a las democracias personalistas de la Argentina de las últimas décadas. Hoy, febrero de 2015, más que un proyecto es una auténtica realidad. Convertida en último bastión al que acuden los argentinos cuando quieren conocer la versión más fidedigna de lo que está pasando en su país y en el resto del mundo.

                Las instalaciones de Radio Libertades están situadas en la entreplanta  de un viejo piso del centro de Buenos Aires. Llevan años intentando adaptarse a la modernidad digital a base de pequeñas inversiones, si el departamento financiero dice que algo queda para gastar pues a menudo el triunfo es simplemente sobrevivir. Una pesada puerta de madera da paso al pequeño hall. En él, un mostrador con un cartelito que reza “INFORMACIÓN”. Allí estaba sentada Verónica, “Vero”, como desde el primer día que emitió Radio Libertades. Vero es una mujer poco agraciada físicamente, por no decir muy fea y bajita. No lleva adornos y suele pasar desapercibida. Sin embargo, su eficacia raya la perfección. Sabe dónde está cada cosa, recuerda sin problemas un millón de datos y, a sus cerca de sesenta años, es piedra angular del funcionamiento de ese medio de comunicación. Tras la profesional Vero, otra puerta da paso a un complejo laberinto de pasillos con pequeñas salas, despachos a la derecha y a la izquierda. En cada uno de ellos se amontonan cientos de papeles sin orden ni concierto. También encontramos dos pequeños estudios desde donde se emite la programación.

                El último despacho, al final de la kilométrica línea de pasillos, es el de Ricardo Sosa, el ínclito señor director. Ricardo Sosa, un curtido y reconocido periodista que había sido reportero en varias guerras. Pudo morir en todas ellas si bien salió siempre milagrosamente ileso. Por eso su apodo era “El Lute”, en recuerdo del ladrón español, de las escapadas de la Guardia Civil que tanta fama le dieron. Reconvertido en cronista político, de carácter seco y poco afable, era el tercer director de Radio Libertades. Cuando le ofrecieron el puesto no dudó en aceptarlo, después de haber dado tantos tumbos por el mundo por fin podía echar el ancla. Lo tomó como el descanso del guerrero, el último peldaño suave de una dilatada, azarosa y exitosa carrera profesional.

                Eran las diez de la mañana del 24 de febrero de 2015. La trascripción de la entrevista que había mantenido por las ondas la noche anterior en directo con el escritor español aún no estaba encima de la mesa del Director de Radio Libertades. Éste descolgó el teléfono e increpó a la buena de Vero:

  • ¡Verónica! ¿Puede usted decirme dónde carajo está la transcripción de la entrevista con el literato español de anoche?

Al llamarla por el nombre completo la pobre mujer sabía que tocaba bronca. Vero intentó defenderse:

  • Señor Sosa, usted mismo le encargó al becario que lo hiciera y hoy ha venido tarde. Un familiar suyo se está muriendo en el hospital.

                El Director volvió al ataque:

  • ¡Déjese de boludeces! ¡Quiero a ese becario en mi despacho en cinco segundos!

 

Vero sabía que cuando el Señor Sosa se enfadaba era mejor hacerle caso:

 

  • No se preocupe, ahora mismo le busco y se lo mando.

 

                La mujer colgó el teléfono, se levantó y salió corriendo como alma que lleva el diablo hasta que localizó al dichoso becario. Lo envió con carácter de urgencia al despacho del Director. Luis Alberto Guerín era un muchacho de veintitrés años recién salido de la Facultad de Periodismo. Hijo de un afamado actor con éxitos cinematográficos internacionales notables. Estaba trabajando allí por un favor que pidió su padre. No era espabilado en exceso, ni destacaba en nada, pero en conjunto hacía bien sus funciones. Además los compañeros poco a poco le iban cogiendo aprecio. Cuando Vero pudo localizarle insistió en que el Director estaba de malas y no debía replicarle. El muchacho se plantó frente a la puerta del despacho de Ricardo Sosa, nervioso la golpeó levemente dos veces con los nudillos, como para no molestar. Esa voz seca y dura que dijo “pase” le preparó para lo que iba a ocurrir dentro. Efectivamente la bronca fue monumental, de las que hacen época. Luís Alberto, bien adoctrinado por Vero, se limitó a darle la razón al “Gran Jefe” con la cabeza y salir de allí lo antes posible. Tenía media hora para transcribir la entrevista que Ricardo Sosa le hizo la noche anterior al escritor español. Tenía media hora, ni un minuto más.

                La noche anterior Ricardo Sosa entrevistó a Federico Luengo, un joven escritor español de carrera fulgurante que contaba cada uno de libros por éxito de ventas. Políticamente incorrecto e independiente, había adoptado una posición crítica hacia la sociedad española. Fue uno de los pocos que avisó con tiempo de los peligros de involución, denunciando los síntomas de la posible ruptura democrática. Antes de que ocurrieran los terribles hechos acontecidos a finales del 2014 en España, él había explicado a todo aquel que quiso escucharle su “Teoría del Salvador”.

                Luís Alberto entró a los veinte minutos con la transcripción de la entrevista en el despacho del director. Ricardo Sosa, que estaba ya más tranquilo, miró al becario como pidiéndole disculpas por su mal genio. Cogió los dos folios que el joven le tendía y se limito a darle las gracias. Sabía que la entrevista era de hondo calado, de gran interés, pero antes de formarse una opinión definitiva quiso leerla despacio:

RICARDO SOSA (R. S.): Buenas noches D. Federico Luengo.

FEDERICO LUENGO (F. L.): Buenas noches Ricardo. ¿Le parece que nos tratemos de tu? Creo que los dos estaremos más cómodos.

  1. S.: Por mi perfecto.
  2. L.: Gracias.
  3. S.: ¿Es su primera entrevista en Argentina?
  4. L.: La primera en toda Hispanoamérica.
  5. S.: Para entrar de lleno en materia, ahí va la primera pregunta.
  6. L.: Dispare.
  7. S.: ¿Qué pasó realmente en España?
  8. L.: Bueno, hay que pensar que no solo pasó una cosa sino varias. El deterioro de la Administración Pública, el deterioro moral, el deterioro económico. No quedaban principios morales en la gente, los principios habían volado…Solo importaba el dinero y el poder.
  9. S.: Pero de ahí al triunfo de un dictador populista en las elecciones va un trecho muy grande…
  10. L.: En los últimos años de la democracia muchos políticos no se dedicaron a administrar sino a robar. Los escándalos se multiplicaron. La situación de la res pública” era patética. Entre otras cosas, las administraciones se encontraban literalmente en quiebra. Había una distancia terrible entre los ciudadanos y los políticos.
  11. S.: ¿Y la gente…?
  12. L.: El pueblo se había instalado en una civilización de consumo demoledora. Al abrigo de lo que llamaron “El estado del bienestar” se perdieron los pequeños y los grandes valores. El respeto a los demás, la libertad, el espíritu de la Constitución de 1978. La gente estaba anestesiada. Solo importaba comprar, tener cosas, no vivir; solo tener cosas y dinero para comprarlas.
  13. S.: ¿En qué se basaba su “Teoría del Salvador”?
  14. L.: Corría el año 2008, con el principio de la crisis económica mundial. Por casualidad cayeron en mis manos unos textos de la caída del Imperio Romano y vi en televisión un reportaje sobre los cuarenta años de la dictadura de Francisco Franco.
  15. S.: Entonces…
  16. L.: Entonces, no hay que ser una lumbrera para saber que la Historia es pendular y se repite. Que las mismas circunstancias que se produjeron en la caída del Imperio Romano ya se estaban produciendo en mi país. Que la llegada de un nuevo “Salvador” que prometiera un nuevo mundo, idílico, perfecto. Solo era una cuestión de tiempo y se estaba acelerando a marchas forzadas.
  17. S.: Pero todo parecía estable y ustedes, los españoles, daba la impresión de que habían aprendido la lección.
  18. L.: Parecía… Lo cierto es que yo lamentablemente anticipé con la “Teoría del Salvador” el final de la democracia, la llegada de una dictadura de derechas, de izquierdas o simplemente de un descerebrado.
  19. S.: ¿Alguien te creyó?
  20. L.: Casi nadie.
  21. S.: ¿Cómo ocurrió lo que vino después?
  22. L.: Ocurrió porque tenía que ocurrir. Con la avalancha de las noticias, el saqueo por parte de los políticos, la ruina moral y económica que hundió al país… La gente quedó atontada y las elecciones de 2016 se adelantaron a finales del 2014. Ni a la derecha, ni a la izquierda, los pocos que acudieron a votar lo hicieron a favor del descerebrado.
  23. S.: ¿Y después…?
  24. L.: Después, en muy poco tiempo, adiós Constitución, adiós libertades, adiós medios de comunicación, una ley de silencio brutal, adiós democracia y adiós todo…
  25. S.: ¡Dios mío! Si solo hace unos meses….
  26. L.: Ya ve Ricardo, la Historia está llena de ejemplos y el ser humano nunca aprende. Parece que hace un siglo de aquello.
  27. S.: ¿Teme usted por su vida? Me consta que ha estado por Europa hablando de esto demasiado claro. Alto, fuerte y claro, para ser exactos.
  28. L.: Por supuesto que temo por mi vida y, más aún, tengo miedo por la familia. Algunos ya están sufriendo persecución allí por mi culpa.
  29. S.: ¿Va a parar por eso?
  30. L.: Jamás. Ellos me apoyan incondicionalmente. Están dispuestos a todo con tal de que se conozca la verdad y las cosas cambien allí en nuestra tierra, en nuestra España del alma.
  31. S.: ¿Cambiarán las cosas? ¿Cuál es el camino?
  32. L.: No será fácil…
  33. S.: Aunque…
  34. L.: Aunque si la gente despierta, la presión internacional aprieta firme y el descerebrado se ve acorralado es posible que vuelva la democracia.
  35. S.: ¿Eres optimista?
  36. L.: Lo soy por naturaleza pero esta vez creo que los cambios tardarán en llegar.
  37. S.: ¿Y tu vida personal? Habrá sido muy duro.
  38. L.: Demasiado duro, prefiero no hablar de ello. Si alguna vez flaqueo recuerdo los versos de Gabriel Aresti Segurola: “Defenderé / la casa de mi padre. / Contra los lobos, / contra la sequía, / contra la usura, / contra la justicia, / defenderé la casa de mi padre”. La casa de mi padre ahora es mi país.
  39. S.: ¿Literatura o política?
  40. L.: En mi caso no se pueden separar. Bueno, lo cierto es que en este momento me he convertido en un militante. Viajo constantemente y escribo mucho menos.
  41. S.: ¿A dónde va?
  42. L.: Me marcho mañana a dar unas conferencias por varias universidades de Estados Unidos. Me han invitado y creo que es una buena oportunidad de buscar apoyos.
  43. S.: ¿El próximo proyecto literario?
  44. L.: Creo que se llamará “Azul intenso”. Será mi primera obra de teatro. De contenido político y social. Ya veremos si la termino con tanto ir y venir de aquí para allá.
  45. S.: ¿Le gusta Argentina?
  46. L.: Adoro Argentina desde siempre. Ahora ustedes me acogen al tener que huir de España. Me ofrecen un sitio para vivir, razones por las que luchar y sentido a mí trabajo.
  47. S.: Gracias por la entrevista y que tengas mucha suerte. Ojalá que pronto cambien las cosas en nuestra amada España.
  48. L.: Ojalá…Gracias a ti, estoy a tu disposición.
  49. S.: Hasta siempre, D. Federico Luengo.
  50. L.: Hasta siempre, D. Ricardo Sosa.

                Hubo muchos silencios en la charla que casi podían significar más que las propias palabras. Todo fue sincero. Los sentimientos, fundamentalmente el inmenso dolor y la incredulidad se mezclaron en aquel pequeño estudio de radio, con una luz tenue y mucho humo del tabaco que fumaron, por los nervios, entrevistador y entrevistado. La mayor parte del tiempo fijaron sus miradas. Los ojos de uno anclados en los ojos del otro. Fuera de micrófono hablaron un rato más. Se despidieron con un emotivo abrazo y ambos se desearon la mejor de las suertes otra vez.

                Escrito parecía muy corto respecto a la duración real del diálogo en antena. Cuando el viejo periodista terminó de leer despacio y entera la transcripción del becario notó que una lágrima se le caía por la mejilla izquierda. Por encima del éxito periodístico que constituía la entrevista, recordaba a tantos amigos españoles, las imágenes de violencia que los noticiarios habían logrado, Madrid en llamas. Ricardo Sosa seguía sin poder asumir lo ocurrido por más vueltas que le daba. No podía creer lo que pasó en España.

                La entrevista fue emitida en directo por la noche y no dio tiempo a que los periódicos hablaran de ello por la mañana. Sin embargo, por la ley de silencio impuesta en España y lo que suponía el testimonio de Federico Luengo, todas las televisiones reprodujeron trozos de la entrevista. En Internet y las redes sociales fue un bombazo. Los periódicos siguieron hablando de ello durante semanas, con editoriales y artículos de fondo. Un éxito rotundo de Ricardo Sosa y Radio Libertades que sirvió de catalizador del sentimiento de los argentinos. Todos lloraban a su manera por la situación de los amigos “gallegos” y las catástrofes ocurridas en la “Madre Patria”, allá en España.