Cuando Caterina iba con su novio a almorzar a casa de su suegra y se entero que está estaba cumpliendo años, decidió parar a comprar un detalle aunque su novio le insistiera que su familia no tenía la costumbre de dar regalos. Al llegar a casa de su suegra almorzaron y al despedirse le dio un beso y le entrego una rosa azul, la señora estallo en lagrimas, era la primera vez en sesenta años de vida que le regalaban una flor. La atesoro tanto, que después de seca la conservo por años como un adorno de su mesa principal.