MI HIPOTECA

Queda pendiente de escribir la misma historia desde la perspectiva de ella, que también tendrá miga.
MI HIPOTECA

-Que sí, cariño, que sí… Aquella casa ha de ser la nuestra.
-¿Cinco cuartos de baño, vida mía? ¿No parece que exageras?
-Ni hablar… Para mí, perfecta.
-Y el salón… Más que salón semeja una era. Mejor otra ¡Ea!
-Quita, quita… Me gusta todo de esa.
-Una preguntita: ¿Cómo saldrán las cuentas?
-¿Eres bobo? ¡Pediremos hipoteca!

Una semana después me armé con inmensa paciencia:
primero, la calculadora para pobres o eso pretendía ella;
después, afanoso, mil papeles y documentos preparo;
luego aporrear las puertas de por lo menos cien bancos:
“Tal vez”, “Quizás”, “Puede”, me da a mí que nos torean
de manera muy sutil, desagradable y abyecta
pues tales no son profesionales respuestas.
Valiera un simple “No” o incluso un sencillo “Si”.
Visitas, llamadas, quedadas ¡Qué coñazo de préstamo!
Capital, intereses, gastos, cuántas condiciones y pegas.
¿Con clausula suelo? Más pronto a los juzgados les llevo.
Incluso cancelación… Ojala… Dios lo quiera.
Entre las cien alguna entidad dijo “Sí”, maldita sea.
Un señor muy estirado lee y comenta: “Esto bien está”.
El señor muy serio que firmemos recomienda: “¡Venga!”
Enrollada por fin la soga al cuello, desastre sin solución.
Enseguida otro calvario, quedo sin respiración:
Mi mujer empieza con los “Poyaque”:
“Poyaque” estamos, otros azulejos
“Poyaque”, un moderno televisor.
Pintura nueva en la casa entera pega.
Eso… “Poyaque” y otros “Poyaque”.
Estos nervios míos nunca descansan:
lo siguiente, la temida y odiosa mudanza,
aunque dijo ésta que habría de hacerla
en verdad fícela yo entera: mentirosa, puñetera.
Milagrosamente sobrevivo a tantísimo despropósito,
pero siempre rosario en mano, necio y cretino,
rezando por el dinero: a final de mes no nos llega.
Culpable soy tanto como la otra. No hay disculpa.
Mi hipoteca, ay mi hipoteca:
Si volver la vista atrás pudiera
jamás te hubiese solicitado y menos aún rubricado.
Intuyo, clarividente, que lo mismo la mayoría piensa.
¡Qué listo fui, por las narices! ¡So atontado! ¡Lumbrera!