El pañuelo azul aún huele a ti. Han pasado veinticinco años desde la última vez que nos vimos y yo todavía acudo a él cada 30 de mayo para la ceremonia del recuerdo, como si fuera una valiosa reliquia. La vida me ha llevado a través de caminos intrincados. Por momentos mi existencia ha sido feliz y triste, fácil y dura, especial y anodina… Sin embargo, cuando tengo entre las manos tu pañuelo me pregunto qué habría ocurrido si te lo hubiera devuelto aquel 30 de mayo, en esa lluviosa tarde que falté por miedo a nuestra cita… Pensando en ti siempre termino por sonreír. Imagino sin dudar que nos hubiera ido bien estando juntos. Al reponerme de mi embeleso el pañuelo vuelve a su caja hasta el año que viene. Jamás permitiré que pierda tu aroma…