¿A SETAS O A RELOJES?
Debiéramos aclararnos, ya es hora ¿A qué vamos: setas o relojes?
Corren los siglos, vuelan, y los males que aquejan al Hombre son siempre similares,
repetidos con inquina. Más bien pareciera que ahora perdimos bastante el norte.
Género humano que patina, del semejante indefenso se olvida en horribles avatares.
Pocos de verdad recapacitan ante tanta felonía, aún menos dan soluciones.
Para qué la vida vale si mueren no muy lejos demasiados, millones, de cruel Hambre.
Para qué la vida vale si fácil te pegan tiro o te vuelan por los aires en fatídicas combustiones.
Para qué la vida vale si migraciones son aquel puñado de malhechores de alegre viaje.
¿Contamos niños asesinados, mutilaciones, maltratos, pobres, violaciones, vejaciones,…?
Qué otros “honores” habremos de enumerar, hoy tan asiduas y patéticas realidades.
Debiéramos aclararnos, ya es hora ¿A qué vamos: setas o relojes?
Encima la vieja Democracia muere lentamente víctima de tanto impresentable, borricos.
Dónde buscar políticos con talento y estima, formados, que la tremenda desidia evaporen
acercando pueblo y gobierno, sujetos de primera que administren sensatos, con principios.
La política… Ay la política: cuando los intereses tiemblan a por balas, a por cañones.
Todo se compra, todo se vende, todo tiene buen precio si apuntan los billetes al bolsillo.
Dibujamos muros y fronteras que antes se borraron, absurdo, trasnochadas decisiones.
Muy demócratas somos, una barbaridad, aunque si el vecino opina diferente, algo distinto,
enseguida le insultamos. Razones tan razonables, las mejores, las propias y por bemoles.
Revolucionarias revoluciones rebeldes no quedan, difuminadas a tiranías, dolores o delirios.
Debiéramos aclararnos, ya es hora ¿A qué vamos: setas o relojes?
Habremos de reconocer, honestos, que vagamos desorientados. Hemos variado rumbo seguro.
Tan lejos andamos de reflexionar prudentes averiguando la verdad ante el espejo severo:
deambulamos etéreos, livianos, como si no fuera con nosotros lo que pasa en este mundo,
cómodos, mudos, negando cualquier pesado equipaje para cargar sobre los hombros nuestros,
enredados sin salida en no se sabe qué redes, a la deriva, ávidos de esclavizante consumo.
Tibios afrontamos holocaustos, masacres y guerras, como ordinario e insípido menudeo.
No hay más compromiso que el de unas singulares minorías, solidarios, voluntarios fecundos:
aquellos que eligen otro paso distinto dejándose el alma, la piel y hasta su sangre en ello.
Son individuos auténticos, rara avis, jamás ponen excusas, involucrados y ejemplares, justos.
Debiéramos aclararnos, ya es hora ¿A qué vamos: setas o relojes?
Si fueran relojes: seguir viviendo de forma boba y presuntamente feliz, hipócritas sin mesura
pues los cimientos de nuestra civilización se quiebran. Acechan mil estragos con palpitaciones
de que para el derrumbe no resta. Anuncian tamaño riesgo salvo que enderecemos hechuras.
Si setas fueran: poner los pies en la tierra venciendo a estériles amos, reparar viejos errores
e intentar aliviar males ajenos, afines o alejados. Procede emplear verdad, bondad y cordura.
Enarbolar el cariño por bandera, soñar ilusiones, sin violencia, sin obtusas obsesiones.
El futuro está pronto aquí, es mañana. No hay un instante que perder en banales chaladuras.
Allá cada cual adopte su posición, para utópica rebelión no habrá boyantes opciones
si fracasaron todas ya menos la individual. Osada apuesta, pero agotamos otras aventuras.
En fin…, decídanse, urge, ya es hora ¿A qué vamos: setas o relojes?