Cada cumpleaños, y como si ya formara parte del ritual de la celebración, recordaba donde tenía guardado, a modo de “Guía para torpes”, el sobre con todo tipo de indicaciones para el día en que ya no estuviera entre nosotros. Conociendo su manía controladora, tenía presente que sería todo una serie ilimitada de instrucciones, advertencias y consejos de cómo lo quería todo tras su marcha. Cada vez que abría su secreter y veía el sobre cerrado, escrito con su letra inglesa, perfecta, con esas mayúsculas infinitamente barrocas “Mis últimas voluntades”, me recordaba su rectitud, su exigencia y a la vez su elegancia, que reflejaban mis defectos, mis limitaciones y mis torpezas.
Ahora, que tengo el sobre abierto en mis manos, lloro amargamente mientras leo su contenido…la letra de la canción “Un beso y una flor” de Nino Bravo, y a pie de página, con su letra inglesa “No supe hacerlo mejor. Siempre os querré. Mamá”.