Acaba de cumplirse el décimo aniversario de la muerte de mi madre y cada día, aunque tan solo sea un instante, me acuerdo de ella. Le encantaban las flores. Le dediqué estos versos:
A la memoria de mi madre (q. e. p. d.), Doña Raquel García Lozano, ejemplo de ser humano y pendiente de mi en vida hasta su último aliento; a fe mía que aún sin respiración sigue ayudándome o, al menos, eso creo.
Si me vieras ahora tal vez llorarías
No hay día de asueto, prosigue la lucha;
persiste mi infierno, aún la agonía.
Dolor hay, la felicidad nunca es pura.
Si me vieras ahora tal vez sonreirías:
No hay día sin beso, disipo las brumas;
algún cariño recibo, pequeñas alegrías.
Amor hay, la infelicidad nunca es pura.